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Dexter Gordon y Donald Byrd - La sesión de estudio de Berlín 1963 - The Lost Recordings LP
Dexter Gordon y Donald Byrd - La sesión de estudio de Berlín 1963 - The Lost Recordings LP
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Retiro disponible en The 'In' Groove
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Grabado en RBB Studio III, Berlín, 14.X.1963
MONO ℗ 1963 RBB
Remasterizado por © 2023 THE LOST RECORDINGS a partir de las cintas analógicas originales.
Cortes de laca de 45 rpm: Kevin Gray
Álbum de vinilo de 180 g.
1ª edición, numerada a mano: 3000 ejemplares
Nuevo desplegable Tip-on impreso en Italia
Prensado por Marciac Workshop Pressings, Francia
En 1963, Dexter Gordon y Donald Byrd se habían convertido en dos de las figuras principales del sello Blue Note, en un escaparate reluciente y en un laboratorio experimental de las evoluciones y revoluciones que se estaban produciendo en el pequeño mundo del jazz afroamericano a partir del hard bop. Curiosamente, sin embargo, no fue hasta otoño de ese año que los dos músicos realizaron una grabación juntos.
Dexter Gordon había sido reconocido desde mediados de los años 40 como un importante estilista del saxofón tenor y por haber creado la síntesis perfecta del ritmo relajado de Lester Young y la sensualidad de Coleman Hawkins a través del entonces floreciente estilo bepob (los dos eran los padres históricos del instrumento). Posteriormente, Gordon pasó por un largo purgatorio de numerosas adicciones crónicas, pero en el otoño de 1963 había salido de la terrible experiencia y estaba experimentando un renacimiento creativo. Trabajando con una nueva generación de músicos, había recuperado su entusiasmo, su inspiración y su carisma.
Los talentos de Donald Byrd se revelaron en 1955 cuando sustituyó a Clifford Brown para tocar con los Jazz Messengers de Art Blakey. Desde entonces, había sido el socio más buscado de los más grandes músicos, entre ellos John Coltrane, Sonny Rollins, Thelonius Monk y Jackie McLean. Fue considerado uno de los jóvenes trompetistas más talentosos de su generación, además de un compositor original. Inspirándose en su universo personal con su sutil modernidad, se esforzó por renovar el lenguaje del hard bop utilizando modalidades y audaces experimentos orquestales.
A pesar de la diferencia de edad de diez años entre Gordon y Byrd, a pesar de sus orígenes, esfuerzos y motivaciones muy diferentes, estaba muy claro que ambos músicos hacían música arraigada en la tradición más genuina. No había ninguna razón válida para que todavía no hubieran grabado juntos.
La breve sesión berlinesa del 14 de noviembre de 1963 corrigió la situación, gracias a la iniciativa de Herb Geller, saxofonista alto y arreglista estadounidense, que vivía en Berlín desde hacía varios meses y que tocaba en la RIAS Big Band (el grupo apoyado por Radio en el Sector Americano). Geller era muy conocido en la comunidad del jazz. Su estilo de saxofón era fluido y lírico, una síntesis de los de Benny Carter y Charlie Parker. También se asoció con Chet Baker, Quincy Jones y Shorty Rogers, e hizo excelentes arreglos con las principales orquestas de Claude Thornhill y Billy May. Era un respetado representante del jazz de la costa oeste y no sería exagerado decir que la sesión de grabación cuidadosamente preparada llevaba la huella de su inclinación estética.
Con Geller al mando, los dos invitados especiales actuaron como parte de un septeto que incluía una suave mezcla de músicos estadounidenses experimentados, como el baterista Joe Harris, y jóvenes solistas europeos talentosos, incluido el trombonista Ake Persson, que había llamado la atención de Quincy. Jones y Stan Getz, y también era miembro de la RIAS Big Band en ese momento. El líder de la banda demostró su orquestación, agregando arreglos suaves y elegantes a un puñado de composiciones variadas (los estándares, “Fly Me to the Moon” y “Blue Orchids”), así como su propio “An Air for the Heir” y el original. tema “The Dexter Byrd”, asegurando así que fueran a la vez el medio y el escaparate del encuentro entre el mejor saxofonista y el mejor trompetista.
La sesión fue excelente en sí misma. Cada músico mostró una muestra de sus talentos improvisadores en su propio estilo y en el contexto. Pero fue más allá de los preliminares de permitirles el placer de conocerse y apreciarse mutuamente. Hubo otro resultado feliz: Gordon, obviamente encantado por la interpretación de su joven colega, lo invitó unos meses más tarde a tocar en su único disco compartido en el sello Blue Note: el brillante One Flight Up.